martes, 13 de marzo de 2012

Haruki Murakami

" Me tomó de la mano una sola vez. Fué un día que me llevaba a algún sitio, y el gesto decía: " Rápido, es por aquí" .
Nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido. Yo sabía, sabía que ella me había cogido la mano de una manera espontánea, pero que, en realidad, lo había hecho porque deseaba hacerlo. Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Es simplemente la mano pequeña y cálida de una niña de doce años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y ella, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquél. Durante diez segundos tuve la sensación de haberme convertido en un pajarillo perfecto. Surcaba el aire, sentía el viento. Desde las alturas, podía ver paisajes lejanos. Tan remotos que no era capaz de vislumbrar con claridad lo que había. Pero supe que existían. Y que algún día iba a visitarlos. Esa certeza me dejó sin aliento, me hizo estremecer ."


    Aquel párrafo de Murakami resumía muy bien lo que era el amor. Estar enamorado es sentirse ante un catálogo maravilloso lleno de infinitas posibilidades. Es saberse un pajarillo perfecto que patrulla los cielos sintiendo que ha encontrado su verdadera razón de ser, su centro, su motivo .

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