viernes, 23 de septiembre de 2011

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La manera de apretar ligeramente los labios para reprimir la risa mientras te mira y sientes que el mundo desaparece a tu alrededor. Esos tontos cachetes que no vienen a cuento que sustituyen las empalagosas caricias, que también encantan.
Las miradas perdidas cuando haces algo que le ha dolido y que, para no decirte que has obrado mal se conforma con observar un horizonte que no existe.
Esa sonrisa infantil que le caracteriza, que hace que pierdas la cordura y se te pongan los pelos de punta, y que te obliga a sonreír, aunque sabes que jamás podrías hacerle la competencia.
Esos gestos que tiene mientras te habla de algo que le encanta, y las miradas fijas que lanza, mientras le cuentas algo que te gusta.
Los detalles que tiene por tonterías, ver como se preocupa.
La manera de besar tan cálida y llena de mil y un sentimientos . . .
      ¿Y para qué decir más, si de esa persona hasta cada poro de su piel es para ti un mundo?

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