Imagino un día en el que me levanto y sé que no te veré porque estás lejos. ¿Está bien? No te veré. Imposible. No te veré.
Y ahora imagino un día en el que me levanto y sé quizá, que puedo verte. ¿Está bien?
Quizá. Podría ser. Tal vez.
Y de entre esos dos días, ése es el que quiero. Ése es el que elijo.
Y dar un paso que me aleje de ti siempre sería un paso en el sentido equivocado . . .
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